Cueva de Salderrañao

Burgos101La Cueva de Salderrañao se localiza en la Merindad de Sotoscueva, en el Valle de La Engaña, un recóndito lugar de los Montes del Somo y Valnera, próximo a la divisoria con Cantabria, surcado por el río Engaña, afluente del Nela, que discurre entre bosques mixtos de hayas y robles, con abundante presencia de abedules.

En el entorno de este idílico valle se localizan algunos despoblados medievales, enlazados por unas interesantes calzadas empedradas, del mismo origen, que en ocasiones se han confundido con la vía romana que, atravesando el Valle de Sotoscueva y el Valle de Mena, enlazaba las proximidades de Reinosa con el Cantábrico.

Probablemente los restos de cerámicas altomedievales localizados en una de las entradas de la Cueva de Salderrañao correspondan a su uso como refugio pastoril relacionado con estos primitivos núcleos de población. Actualmente la zona se encuentra en la periferia de la comarca pasiega burgalesa, pudiendo contemplarse bellos ejemplos de cabañas pasiegas.

situacion101A mediados del siglo XX el valle se vio sometido a una inusual atención, motivada por ser el lugar elegido por el trazado del ferrocarril Santander-Mediterráneo para atravesar la Cordillera Cantábrica con una sucesión de túneles. De ellos, el Túnel de La Engaña, con cerca de 7 kilómetros de longitud, fue durante décadas el mayor de los construidos en España, si bien nunca llegó a entrar en funcionamiento. Unos kilómetros más adelante, en la vertiente cántabra del Puerto de Estacas de Trueba, el trazado se interrumpió.


De aquella época se conservan las ruinas de la estación y del poblado que se creó para los trabajadores y sus familias, así como las obras de canalización del río, testigos mudos de un esfuerzo faraónico que nunca fue aprovechado ya que el ferrocarril, cuando funcionó, finalizaba su recorrido unos kilómetros antes, entre las poblaciones de Cidad y Dosante, de la Merindad de Valdeporres.

Desde la entrada del túnel, una pista permite remontar, durante varios kilómetros, el río por su margen izquierda. Poco antes de alcanzar el puente, una nueva pista, bastante más empinada, conduce hasta la agrupación de cabañas conocida como Cabaña Larga, debido a las inusuales dimensiones de una de ellas; una vez allí, todavía debe continuarse por un sendero durante otro kilómetro, hasta alcanzar unos pequeños farallones calcáreos en los que se pueden localizar las diferentes bocas de entrada a la cavidad.

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Consiste en un gran laberinto de galerías, de unos 3 kilómetros de desarrollo, que se distribuye en varios niveles, con accesos abiertos en todos ellos, por lo que las corrientes de aire son continuas y la cavidad es bastante fría, aunque con equipamiento adecuado pueden recorrerse con facilidad varios cientos de metros. A pesar del frío fue uno de los principales refugios del oso pardo en este territorio, pudiendo localizarse a pocos metros de la entrada numerosas yacijas u oseras en las que hibernaban a la espera del regreso de la primavera, aunque muchos de ellos perecieran en el intento.

El Grupo Espeleológico Edelweiss exploró y topografió esta cavidad en 1975, entregando las cerámicas altomedievales y los restos óseos de varios osos, así como de otras especies faunísticas, al Museo de Burgos, acompañando posteriormente a la cavidad, en 1977, al paleontólogo Trinidad de Torres, quien finalmente incluiría en su tesis doctoral el estudio de estos mamíferos.

En 1989 se reemprendieron los trabajos en la cavidad, localizando nuevas galerías y restos faunísticos, quedando aún pendientes de explorar algunos sectores bastante angostos.

 

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